De la cantidad de Dios en ti y los talentos ocultos.

El otro día me preguntaba: si somos semejanza de Dios, ¿cuánto de nosotros lo es? Por que no pude aceptar que todo, el 100%, seamos El, Ella, Ello.
Algunos dicen que nos acercamos a la divinidad en la creación artística, otros que solo la mujer por su capacidad de llevar vida en su vientre. La pregunta persiste: ¿cuánto de nosotros es Dios?
Tal vez Dios en nosotros es la suma de las capacidades, habilidades y aptitudes que tenemos. Esto me llevó a recordar la parábola de los talentos.
El talento era una medida económica para indicar un valor de mercancías o pertenencias equiparables a 27 kgs de oro y de ahí derivó al concepto de habilidad o capacidad valiosa. En la parábola el dueño de una hacienda entregaba una cantidad de talentos a tres de sus colaboradores: Al primero 10, al segundo 5 y al tercero 1. Se va de viaje y al regreso los convoca para preguntar que hicieron con ellos: El primero los había multiplicado por 5, el segundo por 2 , pero el tercero, con un solo talento y temeroso de perderlo, lo oculta y se lo regresa íntegro al dueño. Este se molesta bastante y le dice: “ Yo te había concedido ese único talento y no hiciste nada para multiplicarlo”. Lo maldice y le quita todo..
En otro orden de ideas:
En una junta comentábamos sobre un alumno que tiene una vida complicada y uno de los maestros nos pedía que tomáramos más en cuenta la dimensión humana y que ponderáramos otras cosas con él no solo la calificación numérica. En colaboraciones anteriores he comentado sobre no aceptar todas las excusas de un alumno basado en sus condiciones y que más bien es un asunto de “a pesar de tus circunstancias” salir adelante.
Aun así me quedé con la espinita de si la dimensión humana debe ir por encima de la formación académica. Sentía que podíamos enviar el mensaje equivocado y generar conformismo.
Comenté el tema con un amigo y me dio algunos ejemplos sobre cuando él había tomado en cuenta lo humano antes que lo técnico.
De la plática rescato lo siguiente:
Toda la gente tiene talentos que tal vez no han podido germinar por las circunstancias. Que uno no sabe de, o peor aún , no puede ver esos talentos que le permitan a un alumno, a una persona prosperar, lo que eso implique para cada quien.
Alguno tiene el talento de la piedad: Le pone cara de gatito de Sherk a la gente y eso le ha permitido adquirir cosas. El otro tiene la habilidad de la empatía y será como el té de manzanilla: no servirá de mucho, pero caerá muy bien. Y de cuates consigue puestos, negocios y demás.
Otros son más visibles: El cantante, el bailarín, la seducción, la figura, el deportista; todos talentos para bien o para mal.
Decía Facundo Cabral: “Si al final lo único que importa es sobrevivir , cada uno lo hace a su manera: Chicharito con los pies, Ninel con su mente (¡aja!) perdón, con su voz (¡aja!), perdón de nuevo, con su cuerpo”.
Ahora bien, aunque solo tengas un talento es tu deber multiplicarlo.
Decía Nietchtze. “Un talento es más que tres talentos, pues es menos cuerda de la cual sostenerse”. Pero es cuerda y de ahí pueden salir las oportunidades para lo demás, como una ola que vaya llevando, elevando a las demás habilidades.
Acta non Verba: Dile a tus hijos que tienen talentos que tal vez tú no puedes ver. Que ellos tendrán que hace labor para encontrarlos y sostenerse de ellos. Que por eso no deben de sustraerse a la experiencia del mundo, al marco expandido de la escuela que los saca de la caja de zapatos donde todos fuimos criados.
Diles que tengan Fe y que siempre recuerden la Carta de Pablo a los Romanos:
“Dios no se arrepienten de sus dones ni de su elección”

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