Sobre El Orgullo y la Espada.
Estas serán las colaboraciones relacionadas a mis experiencias en la educación. El orgullo y la espada se refiere a un cuento que escribí donde hablo sobre mis experiencias en escuelas durante los 11 años que tengo de dar clases en nivel preparatoria, secundaria y universidad.
El orgullo. Mi estilo exige que se hagan las cosas por la sensación de logro que se puede obtener. Por el gusto de llegar, del resultado, de hacer las cosas “bien”. Rescatar el orgullo y el honor. Saber que a pesar de las dificultades se logró la meta. Todo desde la base de que él puede, desde el “tú tienes todo para lograrlo“.
La espada. Entender que la exigencia es positiva. Se ha perdido el sentido de la disciplina como la serie de hábitos y habilidades que se hacen de manera regular para mejorar los desempeños. La disciplina tiene un mal departamento de relaciones públicas. La disciplina parece algo de sistemas autoritarios y fascistas que limita la libertad humana y la creatividad. Debemos entender el proceso educativo como la formación de una espada. Y que a la espada se le golpea en el yunque y se le caliente a fuego limpio, pero al final se convierte algo eficiente y hasta hermoso.
El desierto para generar hombres. “El desierto es el crisol de Dios para forjar hombres“, dice la Biblia. La educación no siempre tiene que ser divertida. La educación es una subida a la montaña. Por eso a muchos les cuesta, por eso no todos quieren hace el ascenso.
Exigir responsabilidad no es autoritario, es afirmativo. En las escuelas los alumnos deben de ser retados, conflictuados en sus conocimientos y habilidades. Deben ser forjados en el espacio escolar con retos controlados para desarrollar las formas y talentos con los que enfrentarán y vencerán en el mundo.
Si les quitamos eso, ¿en qué se convertirán? Muchos nini’s no buscan trabajo, ninguno. Porque no desarrollaron el carácter para enfrentarse al rechazo o para generar sus propios proyectos.
Abogo por una educación basada en la exigencia, en el mérito, en el honor. En entender que una cosa es hacer sencilla la educación, pero es un error hacerla simple. Nunca pasar de la educación gratuita a la educación regalada. O pasarlos por decreto. Estás actitudes los hacen dependientes y es un acto paternalista.
No aceptar excusas, no aceptar desatenciones ni faltas de responsabilidad. No aceptar que esperen que tú los pases. Deben ganarse su calificación.
La exigencia los convierte en personas útiles, en instrumentos, en herramientas pertinentes para obtener sus metas y las metas sociales. La exigencia les permite generar disciplina. Saber que son capaces de mejorar sus desempeños. Les da las referencias para que se reconozcan capaces.
Cosa que se pierde por los argumentos: “que no se canse, que no se aburra, que no le exijas mucho porque es niño, porque es adolescente, porque esta en universidad, porque trabaja, porque es alto, es bajo, está enfermo, es muy deportista y es de la selección, bla, bla, bla”.
Siempre se podrán encontrar argumentos para permitir, perdonar, solapar conductas inadecuadas. ¿En qué momento debería de empezar a exigir?
Recuperar el valor del conocimiento
Hacerles entender que la ignorancia no es un logro.
Haz a tus alumnos llorar. Que de ti digan:
“Me exigió, le sufrí. Pero cómo aprendí. ¡Qué orgulloso estoy de la calificación que obtuve!
“Un profesor trabaja para la eternidad. Nadie puede decir dónde acabará su influencia” H .B. Adams
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