El cansancio viejo.


Querido amigo:

Cómo siempre recibe un afectuoso saludo de este, tu servidor. ¡Qué benditas fórmulas de cortesía se inventa la sociedad! Me recuerda el caso francés donde si no estas acostumbrado a las florituras y las afectaciones, una simple presentación o despedida pueden parecer una declaratoria, si no de amor, sí de admiración profunda.

De nuestra última plática, donde expresabas de manera vehemente tus criterios y argumentos, me quedo con todas aquellas frases que iniciabas con la frase: “Estoy cansado de…”, o cuando me interrogabas: “¿A poco no estás cansado de…”. Algunos cansancios eran compartidos, otros no tanto. Sin embargo, era adecuado entender que te sentías, te sientes desilusionado con todo lo que ocurre.

Pareciera que nuestros padres, su generación, nos hubieran mentido. El mundo que nos prometieron no se cumplió y ni siquiera tuvimos que ver con el resultado. El mundo cambió y nos siguieron dando fórmulas antiguas que me recuerdan el dicho: “Enseñamos con métodos del siglo XVIII, en aulas diseñadas en el siglo XIX, con temas del siglo XX a alumnos del siglo XXI”.

Los nacidos en los 70’s somos llamados desde hace mucho la generación X. Una generación que no tendría un aumento real en calidad de vida. Argumentabas que nos habían dado un modelo que no funciona en las nuevas circunstancias y que debíamos de establecer nuevas reglas de uso y operación, nuevos objetivos que nos hicieran felices antes que “exitosos”.

Y tienes razón, es la idea detrás de las colaboraciones “El Fogonero”, “El Cercano Futuro” y “Romperse el Corazón”.

Por que, en verdad, ¿cuándo hemos mantenido el camino que nos exigían pedían, sugerían nuestros padres?

Tú, querido amigo, tuviste que construir civilización desde muy niño ya te proporcionaron muy poca. A mí, la que se suponía existía para regresar a ella se me deshizo en pocos meses y casi me cuesta la vida.

¿Qué les reclamamos si sus dioses nunca fueron los nuestros? ¿Qué podemos argumentarles cuando establecimos límites a su influencia a partir de los momentos en que nos fallaron?

Un doctor en sociología decía que lo primero que debíamos hacer era, como Edipo en el mito griego, matar a nuestro padre. Renegar de todo lo anterior a nosotros. De ahí, las generaciones nacerían al futuro.

O la sugerencia de Nietzsche: “Debemos ser grandes despreciadores: despreciar a la humanidad, la sociedad, la cultura para convertirnos en superhombres”.

Y hemos mantenido esta línea de acción desde mucho tiempo atrás: Vemos, analizamos y decidimos que tomar. Argumentos que para otros son sólidos, tales como: “Es que es familia”, no siempre nos han sido suficientes.

Lo dice Delgadillo: “Si cada quien va, hoy, buscando su vida con lo que cree de lo que le enseñaron”. Siempre hemos jugado en las esquinas de la campana de Bell… Y tiene su precio, querido amigo.

Al final, nos queda ese cansancio viejo que manifestabas y que también me ataca. El cansancio de la fe, sobre todo de la que no pidió permiso. El cansancio de la lucha diaria contra las serpientes de Silvio. ¿Nos volveremos hombres imprescindibles o solo seremos muy buenos?

Para terminar, querido amigo, el último enemigo del hombre es el cansancio de la edad: cuando volteas y piensas que ya hiciste, ya lograste, ya no necesitas demostrarte nada. Don Juan, el chamán, dice que si vences a este enemigo finalmente podrás considerarte un hombre de conocimiento.


Y esa siempre ha sido nuestra meta.

Esto es lo que somos, esto es lo que hacemos.

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