ROMPERSE EL CORAZON:




Querido amigo:

Otra vez recordando nuestras conversaciones y redactando las conclusiones o preguntas que después de tiempo tienen a bien proyectarse a la mente consciente. En esta ocasión hablaré sobre una hermosa frase que dijiste el otro día y que me ha mantenido meditabundo por semanas:

“A veces vale la pena romperse el corazón”.

Esta frase la refieres al hecho de que existen mujeres por las que, aún a sabiendas que nos romperán el corazón, o que la historia no podrá ser o se quedará en un solo beso, vale la pena envolverse en su esencia y rescatar lo que se pueda, como bibliotecario salvando libros de un incendio; mujeres por las que vale la pena hacer poesía, canciones y cuentos donde sublimar todo el dolor; obras donde recoger los pedazos, tus pedazos, para construir un nuevo orden que ya nunca será el de antes y mentirnos, darnos sueños de engaño, por creer que si.

Para las mentes románticas por esencia, para los que experimentan la locura como un dulce placer es lo más maravilloso del mundo.

Y es aquí donde puede haber problemas.

Ya hemos comentado, querido amigo, sobre aquellos que quieren 5,000 años de dificultades antes que vivir una sola vez tranquilos. Algunos de esos seres tienen lapsos en donde piensan seguir la vida del hombre común y se crean vínculos con los cuales vivir esa mentira. Pero dentro de ellos sigue prendida la flama que no se apagará con relaciones de largo plazo que se construyen día a día, evolucionando lento con el paso de los años. Ellos quieren la intensidad del incendio forestal, el desgaste profundo, grandes momentos de emoción desbordada, terremoto, huracán, desastre; sin puntos medios, extremista, terrible… hermoso.

Una canción de Joaquín Sabina (Contigo) lo establece muy bien:

“Yo no quiero un amor civilizado, con recibos y escena del sofá.
Yo no quiero juntar para mañana, no me pidas llegar a fin de mes.
Yo no quiero comerme una manzana dos veces por semana sin ganas de comer. Lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres.
Porque el amor cuando no muere, mata; porque amores que matan nunca mueren.”

Así que estos hombres y mujeres bendecidos y condenados no pueden vivir vidas “normales” y en sus intentos van dejando daño colateral.

¿No se adaptaron? ¿No maduraron? ¿Pecaron de soberbia al no cambiar? ¿Siguen buscando porque hay vacíos demasiado grandes por llenar y otra persona, cada persona en su camino no es suficiente?

“Quisiera amarte menos de lo que adoro pelear” alguna vez alguien escribió.

Tampoco dejo de pensar que esta forma de andar por el mundo puede ser un acto de egoísmo: No hay compromiso con el otro.

Argumentarás, querido amigo, lo contrario: que el compromiso con la historia, con los recuerdos durará toda la vida y eso es más de los que muchos harían.

Claro, el compromiso a una idea que no tiene que resistir el desgaste diario, que se puede mantener perfecta, inalterada es sencillo. Y si le agregas la retórica adecuada de vez en cuando, mucho más.

Para terminar, querido amigo, a veces nos hemos roto el corazón sin sentido o creado historias hermosas para contar a los nietos. A veces hemos renunciado por un sinfín de razones o la oportunidad pasó sin poderla aprovechar. El poeta no siempre ha podido acallar al guerrero.

Aquí estamos, amigo, aquí seguimos. Eso es todo.

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