Sobre héroes y tumbas:


"Hay una cierta belleza en el horror" decía Ernesto Sabato en algunos de los tantos reportajes que le efectuaron en televisión. Quizá porque del horror se aprende y desde las tragedias ajenas podemos extraer esa belleza que nos ayuda a vernos y comprendernos como personas humanas y condenadas, tarde o temprano, a la catástrofe de nuestra propia muerte.

El viernes 20 de julio, durante el estreno de la película más reciente sobre Batman, James Holmes disparó sobre los asistentes matando a doce e hiriendo a cincuenta personas. Terrible, el tipo de cosas por las cuales los dioses consideran que vale la pena destruirnos.

Y dentro de todo ese horror, los actos que terminan por salvarnos: Matt McQuinn, Jonathan Blunk y Jesse Childress protegen con sus cuerpos a novias y amigas; mueren pero ellas sobreviven. Héroes cotidianos, héroes porque hacen lo que se tiene que hacer con lo que pueden para cuidar a otros. Si los héroes antiguos y modernos existen es para inspirarnos, para hacernos saber que el heroísmo no depende de los súper poderes o los artefactos tecnológicos a nuestra disposición si no de la voluntad de actuar.

En abril del 2007, Cho Seung Hui llega al campus de Virginia Tech y mata a 32 personas, hiere a 29 más y termina suicidándose. Un profesor, Liviu Librescu, sobreviviente del holocausto, muere al bloquear la puerta del aula para que el asesino no entrara y sus alumnos pudiesen escapar por las ventanas.

En los actos de duelo y velación, dentro de las instalaciones de la universidad, se colocan cruces en el jardín con los nombres de las víctimas. Las personas eran libres de acercarse y dejar recuerdos, flores, velas., fotografías.

Y una vez más, los actos que permiten que sigamos aquí: Se colocaron 33 cruces, una por cada víctima…incluyendo al asesino. Recordándonos que él también fue una víctima, un alma perdida que hizo cosas terribles pero aún así merecedora del perdón divino. Tesis arriesgada en una cultura que busca la venganza y tiene la pena de muerte como sentencia jurídica.

Pero la estupidez humana es infinita, decía Einstein. La venta de armas aumentó en Estados Unidos después de la masacre…preparando el terreno para la siguiente.

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